jueves, 10 de noviembre de 2011

Diario de mi composición I

Hace ya unos meses que  comencé a componer una obra para piano. Primero con pequeñas melodías que surgían de mi cabeza intentando que fuese un espejo de la relidad que percibo y desde mi perspectiva. Es complicado expresar lo bueno y lo malo en música, lo triste o lo divertido, aunque es fácil nadar entre tonalidades mayores y menores. Siento una ligera atracción hacia las disonancias que en parte uso como elementos para expresar la frescura y lo imprevisible que tiene la propia vida.
Adquirir conciencia de mi propia composición está resultando difícil ya que cada día  va mutando y yo tengo que asumir los cambios que en ella se producen Es mucho más rápida que yo y me encuentro ante mi propia lentitud, mis propias dificultades a la hora de tocar lo que suena en mi cabeza, como si fuera una niña que comienza a aprender piano por primera vez; esto me frusta un poco ya que quisiera estar a la altura de la exigencia técnica en la que ella se me aperece.
La novena pieza hoy surge con una melodía cantada; es lenta y grave, perfecta para un hecho solemne...